En psicología existe lo que se denomina: Dependencia emocional. Una clase de apego y preocupación excesiva por los asuntos del otro que, genera una personalidad autodestructiva, necesidad de aceptación, adicción al amor, en conclusión un trastorno de personalidad.
Esta dependencia puede generar depresión, temor a la pérdida, búsqueda de proximidad; rechazo a la separación e incluso pánico y conductas violentas o antisociales.
Las reacciones del dependiente emocional van del bienestar, y la alegría ante un acercamiento exitoso, hasta la ansiedad, tristeza o ira ante la frustración. En algunas personas se manifiesta como necesidad exagerada de afecto o temor sobrevalorado al rechazo, en otras, como sensación de fracaso, inutilidad o sentimientos de soledad continua.
En los casos mas extremos este trastorno puede generar la búsqueda de dolor y la negación a todo aquello que resulte placentero. Relaciones de sometimiento, rechazo ante la ayuda, estado depresivo severo, irritabilidad severa; desconocimiento del logro propio, asumir el papel de victima, baja autoestima y poca capacidad para relacionarse y expresarse en sociedad. Anhelo por preservar la relación a cualquier costo, búsqueda de relaciones con personas narcisistas o explotadoras.
Algunos comportamientos de los Dependientes emocionales son:
Necesitan excesivamente la aprobación de los demás
Preocupación por agradar, incluso a desconocidos.
Demandas explícitas de atención y afecto.
Frecuente enfados y rupturas.
La necesidad de la pareja, del amigo, el hijo, el padre…, hace que la otra persona sienta invasión de su espacio.
El dependiente emocional quiere disponer de la otra persona como si estuviera atado a ella.
Pedir que deje de lado su vida privada para estar más tiempo juntos.
Demandará atención exclusiva y aun así le parecerá insuficiente.
El anhelo de tener pareja es tan grande, que se ilusionan y fantasean enormemente al comienzo de una relación.
Expectativas irreales al formar pareja con alguien a quien no conocen bien.
Adoptan posiciones subordinadas en las relaciones.
Complacer el narcisismo de sus parejas, con tal de preservar la relación.
Los dependientes emocionales dan para recibir, por su terrible anhelo de mantener la relación.
Sus relaciones no llenan el vacío emocional que padecen, pero sí lo atenúan.
Los pocos momentos de felicidad se dan al iniciar una relación, pues las enormes expectativas que despierta nunca se ven cumplidas.
No esperan cariño de su pareja, simplemente se enganchan a ella y persisten en la relación por muy frustrante que ésta sea.
Necesitan tremendamente de otra persona, pero en realidad no conocen un afecto sano.
La ruptura es un verdadero trauma, pero su deseo de tener una relación es tan grande que pronto buscan otra.
Suelen tener una larga historia de rupturas y nuevos intentos.
Tienen pocas habilidades sociales y no desarrollan una adecuada comunicación social.
Su demanda de atención puede traspasar los límites, sin importar la situación o circunstancias.
Poseen una autoestima pobre, y un autoconcepto negativo no ajustado a la realidad.
Durante su vida no se han sentido queridos ni valorados por sus personas significativas, sin dejar por este motivo de estar vinculados a ellas.
Tienen una autoimagen de perdedores que minimiza o ignora lo positivo de ellos mismos.
Cuando sus relaciones corren peligro de romperse pueden llegar a la ansiedad, y el riesgo de uso de sustancias como tranquilizantes, alcohol, y otras.
Los dependientes emocionales no son selectivos al momento de escoger pareja.
Sus parejas generalmente tienen una gran autoestima, en ocasiones superior a la media e incluso llegando al narcisismo.
Su deficiente autoestima provoca en ellas fascinación cuando encuentran a una persona muy segura de sí misma, con cierto éxito o capacidades.
Creen ver a su salvador en la pareja que posee todo lo que les falta a ellas: amor propio.
Ven el amor como apego, sumisión y admiración de la pareja, y no como un intercambio recíproco de afecto.
Las parejas elegidas por los dependientes emocionales suelen ser ególatras, narcisistas y manipuladores, sin empatía ni afecto. Quienes creen poseer privilegios y habilidades fuera de lo común, y exigen continuos beneficios y libertades.
El carácter sumiso y torturado del dependiente emocional no hace más que potenciar y perpetuar estos rasgos de su pareja.
Puede darse el caso de que el dependiente emocional posea capacidades y habilidades superiores a las de su pareja, pero ninguno de los dos lo reconocerá.
Germán Camacho López
Germán Camacho López
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