¿Creacionismo o evolucionismo? hemos llegado al siglo XXI y ¿Acaso la respuesta a esta incógnita parece lejana todavía?
Hoy, es posible encontrar en múltiples foros o en cualquier cafetín, una acalorada discusión entre los defensores de cada postulado, y el interés de instaurar su razón a toda costa, pero ¿no es posible creer en Dios y la ciencia al mismo tiempo?
De algún modo la fe podría ser ciencia y la ciencia a su vez fe, de hecho parecieran ser hermanas gemelas en lugar de opuestos, dado que ambas afectan los mismos cuestionamientos.
Resulta tan complejo negar la evolución, como lo es pretender que solo somos carne y hueso, y que dentro de un ser tan maravilloso no habita un algo hasta ahora inentendible. Los evolucionistas señalan a la religión el no tener pruebas visibles de su teoría, al mismo tiempo que los creacionistas los acusan de adolecer de un eslabón perdido, quizá la respuesta a la discusión sea unir puntos de vista en lugar de distanciarlos.
A diario la naturaleza nos muestra su capacidad de modificarse casi a voluntad, en procura de su mejor desempeño, de igual modo nuestra propia conducta, sentimientos, emociones y sensaciones nos lleva a concebir la presencia de una energía superior habitando al interior de nuestro cuerpo. En ese caso ¿Cómo separar lo uno de lo otro?
Tal vez no sea posible por la más simple de las razones: ciencia y fe, deben estar unidas.
Y ambas derivan de la concepción de una entidad superior, de la manera que quiera verse, bien sea como un universo de decisión autónoma regido por fuerzas físicas o como el producto de una inteligencia superior que gobierna ese mismo cosmos.
Somos los genes de Dios o de la naturaleza, como sea, estamos frente a una maravilla que ansiamos entender, una pregunta que ronda cada día nuestros pensamientos, una búsqueda que requiere sobre todo la unión de criterios.
Germán Camacho López
Germán Camacho López
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