El juicio de valor se sustenta sobre el sistema de valores asumido por quien lo emite. Los juicios de valor pueden ser morales, éticos, estéticos, religiosos, políticos, entre otros. Estos discurren sobre la comparación de lo correcto o incorrecto, bueno o malo, mejor o peor; y básicamente, expresan nuestro propio punto de vista, gustos, preferencias e ideología.
Un juicio de valor no es un frasco vacío, sino que esta repleto de cargas afectivas; destinadas a calificar un “algo” o “alguien”. Ejemplo de esto son los valores cualitativos que aplicamos sobre otros: guapo, alto, listo, peligroso, atento; es decir, catalogamos el entorno desde la reacción emocional que ese algo o alguien nos genera; y constantemente, emitimos juicios de valor. Sin embargo, es un hecho que los juicios de valor positivos, nos hacen sentir a gusto, contrario a los negativos que causan incomodidad y rechazo.
Cuando vamos por el mundo cuestionando a los demás; indicando, como, quienes nos rodean son: incapaces, torpes, feos, chismosos, malos; los juicios de valor empiezan a tornarse en una carga para nosotros mismos.
Por tanto, es importante, si estamos en busca de construir una sociedad más equitativa; dejar de lado muchos de estos calificativos. Y con ánimo dispuesto entender que todas las personas, tienen algo hermoso para dar y enseñar; que sin criticas podemos edificar nuestra relación con otros. Que ya existe un “juez” para nuestros actos y que nuestra sencilla labor es contribuir al mejoramiento de los demás, sin rigurosos cuestionamientos.
Los juicios de valor están tan asociados al marketing, que hoy, en una sociedad consumista como la nuestra; resulta evidente el daño que han hecho, y como estos movilizan a las personas en una u otra dirección.
Seguramente, tú al igual que la mayoría de nosotros. Eres de esas personas que al ver las noticias: grita, manotea y se llena de ansiedad; de aquellos que al conducir ansia vulnerar las normas de transito, y se enfada constantemente, con los demás conductores. En alguna ocasión habrás cuestionado la forma de vestir de otro, su caminar o sus expresiones; o quizá habrás vilipendiado las razones políticas de tu vecino.
El mundo no es perfecto, incluso resultaría ingenuo pretender que nosotros como especie, hemos construido algo medianamente bueno; en realidad hicimos un desastre y tenemos que vivir en el. Pero en esencia somos buenos, solidarios, sociales; nos interesan los demás y estoy seguro, que nuestros juicios de valor negativos, no son más que el producto de nuestra inocencia y nuestro miedo. Empero, como todo, también ellos pueden ser desterrados, modificados, remplazados.
Aceptar que los demás pueden equivocarse, entender las situaciones que se presentan como hechos inamovibles, una vez que los mismos han generado un desenlace; no juzgar las preferencias de otros, su manera de vestir, de peinarse; de comportarse en sociedad. Comprender que existen puntos de vista diferentes, y entender que mi verdad; por mas valorada que sea, nunca podrá ser absoluta. Ver un programa que te aburre tan solo para complacer a tu pareja, quien día a día soporta tus enfados; hablar con ese familiar que piensas que te hizo daño, y tratar de limar asperezas. Escuchar a tus amigos, hacerles saber que para ti importan; y sobre todo escuchar, escuchar siempre con calma y animo dispuesto, pues es de esa forma como crecemos cada día.
Germán Camacho López
Germán Camacho López
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