Cuando las personas deciden dar por terminada una relación estable y de muchos años o reciente y repleta de expectativas, la sensación de perdida y vacío es siempre inevitable, sin embargo, no debemos asumir que ha sido un “ fracaso”, recordemos que los fracasos no existen y cada suceso por doloroso que lo consideremos en un momento determinado, con el tiempo revela su verdadera condición de experiencia enriquecedora.
Cuando se decide dar por terminada una relación, es el momento apropiado para reencontrarse consigo mismo; para convertirnos en nuestros mejores aliados, consejeros y amigos. Redescubrirnos, recordando aquello que siempre disfrutamos como individuos y no como pareja.
Todos sabemos cuando una relación ha llegado a su punto de no retorno y por difícil que resulte la decisión debe ser tomada de manera decida, con la convicción de no dar marcha a tras, pues esto solo aumentara el dolor que estemos sintiendo. Es el momento de entregar todo ese amor que sentimos a nosotros mismos, agradeciendo a la otra persona por haber compartido sus ideas, tiempo, afecto y momentos. De igual modo, recordando los aspectos positivos de la relación y las razones por las cuales es indispensable dejarle ir y continuar nuestro propio camino.
Reunirse con familiares y amigos, no para desahogar el dolor, sino por el contrario para reactivar la vida social, que inevitablemente se ve un poco frenada de manera voluntaria durante una relación; realizar igualmente actividades que distraigan la mente, visitar sitios de interés, aprender un nuevo arte, leer un libro, en conclusión, tornarnos más creativos.
Aprender a aceptarnos y querernos es el primer paso hacia relaciones sanas y enriquecedoras, las cuales aun cuando no permanezcan ahí para siempre, si, dejaran una larga lista de logros, aprendizaje, madurez y experiencia a nivel personal y emocional.
Germán Camacho López
Cuando se decide dar por terminada una relación, es el momento apropiado para reencontrarse consigo mismo; para convertirnos en nuestros mejores aliados, consejeros y amigos. Redescubrirnos, recordando aquello que siempre disfrutamos como individuos y no como pareja.
Todos sabemos cuando una relación ha llegado a su punto de no retorno y por difícil que resulte la decisión debe ser tomada de manera decida, con la convicción de no dar marcha a tras, pues esto solo aumentara el dolor que estemos sintiendo. Es el momento de entregar todo ese amor que sentimos a nosotros mismos, agradeciendo a la otra persona por haber compartido sus ideas, tiempo, afecto y momentos. De igual modo, recordando los aspectos positivos de la relación y las razones por las cuales es indispensable dejarle ir y continuar nuestro propio camino.
Reunirse con familiares y amigos, no para desahogar el dolor, sino por el contrario para reactivar la vida social, que inevitablemente se ve un poco frenada de manera voluntaria durante una relación; realizar igualmente actividades que distraigan la mente, visitar sitios de interés, aprender un nuevo arte, leer un libro, en conclusión, tornarnos más creativos.
Aprender a aceptarnos y querernos es el primer paso hacia relaciones sanas y enriquecedoras, las cuales aun cuando no permanezcan ahí para siempre, si, dejaran una larga lista de logros, aprendizaje, madurez y experiencia a nivel personal y emocional.
Germán Camacho López
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