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Comunicarse es darse a entender por medio del lenguaje oral, escrito o por gestos, lo importante es que dicho proceso se lleve a cabo de manera adecuada y nuestro interlocutor comprenda el mensaje tanto de forma como de fondo.
Es natural que durante el proceso de comunicación con nuestros hijos, se pierda algún porcentaje del significado que pretende transmitirse, puesto que la interpretación de su mundo difiere de lo que nosotros mismos vemos a través de los años y la experiencia adquirida. Empero, esta pérdida puede ser minimizada al máximo, si logramos una comunicación efectiva, donde la fuga de información sea mínima. Como cualquier habilidad la comunicación con nuestros hijos puede ser desarrollada, potenciada y ejercitada todo el tiempo, desde la base de la relación que mantenemos con ellos y de otros factores del entorno que nos rodea. Esto es fundamental en la organización familiar y en la confianza que ellos logren generar hacia nosotros.
Gran parte de los inconvenientes por los cuales atraviesa una relación padre-hijo, independiente de la condición misma en que se ha dado, tienen su punto de partida, en la forma de comunicarnos con ellos y como esto afecta el entendimiento emocional y psicológico de ambos.
Desde los primeros años de vida, la forma de percibir, interpretar y entender el entorno, está asociada al desarrollo mismo de los conceptos que son transmitidos: creencias, paradigmas, conceptos, principios y valores que nos identifican dentro del grupo familiar al cual pertenecemos. En nuestro desarrollo, claro, tiene una relevancia total ese núcleo primario.
Al momento de comunicarnos en familia, existen factores que debemos tener en cuenta:
La comunicación está sujeta a respuestas de índole emocional que indican el entendimiento y adecuada interpretación del mensaje por parte de nuestros hijos. Si la respuesta de ellos tiende a cambiar el sentido de lo dicho, es porque se ha presentado una ruptura comunicacional, el mensaje no fue entregado de manera efectiva, o los propios prejuicios de alguna de las partes evitaron una adecuada comunicación. Cualquiera sea la razón los resultados pueden ser contradictorios en la manera de relacionarse en familia. Es algo que no debe tomarse a la ligera, puesto que la forma y contenido de los mensajes escritos, verbales o gestuales que conferimos a nuestros hijos, define en gran parte un apropiado desarrollo familiar, y para ellos, social y laboral.
La comunicación efectiva puede conducirnos por un camino de fácil entendimiento, por el contrario la ineficiencia del mensaje puede perjudicar a toda la familia. De igual manera el habito de escuchar liberándonos de conceptos y aplicando total asertividad a lo que ellos nos dicen, es fundamental en el ámbito del hogar.
Dentro de la comunicación efectiva con sus hijos es importante:
La claridad, seguridad y honestidad del mensaje que transmite; una expresión concisa libre de ornamentos gramaticales innecesarios y de fácil entendimiento para ellos. Hacer entender lo que usted quiere, cómo, cuando y de qué manera lo quiere. Aplicar un estilo de comunicación acorde a sus hijos, su edad y forma de interpretar el mundo; no todas las personas están capacitadas para entender algunos términos que suelen resultar demasiado técnicos. Del mismo modo, el mensaje debe ser coherente, lógico, libre de ambigüedades y agresividad. Igualmente, la comunicación debe fluir de manera natural, provista de creatividad y destacando los puntos mas relevantes.
Piense en esto al momento de comunicarse con sus hijos y verá que el entendimiento surge de manera natural.
Germán Camacho López
Germán Camacho López
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