La valentía, esa que en ocasiones parece tan esquiva; es por excelencia una cualidad que nos acompaña a lo largo de nuestra vida. En medio de pérdidas y aciertos, duelos y alegrías.
Cuando debemos afrontar el estacazo emocional de una perdida, sea familiar, financiera; laboral, política; de pareja o demás. El impacto inicial libera una serie de temores, malestares e inquietudes, que desdibujan por completo el futuro que habíamos ideado o mejor “idealizado” porque solo Dios, tiene total potestad en nuestras vidas. Y nosotros simplemente, hacemos lo mejor que podemos, sin garantía alguna de lo que vendrá a futuro.
Sin embargo, cuando nos enfrentamos a una difícil encrucijada, que escapa de nuestro control, llegamos a sentirnos descolocados, invadidos por la incredulidad. En un estado de aturdimiento que se hace perenne; detenidos en el tiempo y sin capacidad para defendernos.
La vulnerabilidad que esto trae consigo, nos hace temerosos de enfrentar nuevos retos y empezamos a dilatar decisiones que a la larga tomaremos.
En esta incapacitante situación tendremos que recurrir a un salvavidas, que poseemos desde nuestro nacimiento: la valentía. El ser humano es valiente por naturaleza, de ahí, su gran éxito evolutivo; su capacidad de adaptarse, incluso a los mas difíciles entornos. Ante una situación que sabemos irreparable, no queda otro remedio que llenarnos de valor y abrir la puerta a todas las opciones de apoyo que consideremos viables, honestas y posibles.
En un principio tendremos que infundirnos de un esfuerzo que sentiremos agobiante. Pero la realidad frente a nosotros es que tendremos que, al igual que hemos hecho siempre, dar ese paso para seguir adelante. Aunque solo sea para vernos al espejo y corroborar que seguimos vivos. La valentía para afrontar la perdida de ese “algo” que valorábamos como parte de nuestra vida; exigirá desmontar viejos paradigmas, y saltar obstáculos que apenas si considerábamos, esto nos fortalecerán para encontrar la ruta del camino que consideramos extraviado.
La valentía es la conciencia de nuestros logros, de la habilidad que hemos desarrollado para superar tropiezos. Muchas veces la determinación es suficiente para vencer lo “imposible”, cuyo límite en ocasiones establecemos demasiado cerca.
Vivir es la mayor de la fortunas, y como tal debe apreciarse, invertirse y cuidarse con esmero; independiente del tiempo que tengamos. La tenacidad forjada de valentía, es el guardián de nuestros corazones; que nos permite en la noche más oscura, acertar una luz que siempre ilumina, saber que tras cada lágrima se esconde una sonrisa.
Sé que tu corazón es valiente.
Germán Camacho López
Germán Camacho López
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