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Vivir en el ingenio y la creatividad

Esa capacidad latente de cada uno de nosotros, que en ocasiones nos lleva a transitar por el camino de la innovación, y esbozar soluciones con creatividad, presteza y facilidad. Está asociada a la intuición y el razonamiento, que nos permite dar una respuesta rápida a un planteamiento o interrogante.
Una persona ingeniosa es capaz de utilizar su inteligencia práctica, reorganizando las piezas y sacando el mayor provecho de las herramientas a su alcance, en el momento justo.
Activar esa intuición y razonamiento es tener la capacidad de reacomodar los objetos en forma disímil de la originalmente planteada, ver el mundo con otros ojos. En este proceso actúan procesos físicos y psicológicos, conexiones neurológicas que amplían el panorama de acción; permitiendo una respuesta perspicaz por encima del promedio.
Alguien ingenioso, se atreve a aplicar su conocimiento y se interesa por la relación con el entorno, fortaleciendo esa simbiosis a lo largo de su vida. Por lo general es la persona que idea una receta novedosa, un diseño de tarjeta original, una actividad de recreación divertida; es aquel que no recurre a lo que ya existe o de hacerlo procura modificarlo, volverlo mejor; de igual modo parece anticiparse siempre a la respuesta esperada. Quien vive en el ingenio y la creatividad actúa de forma diferente, no se rige por las normas y las reglas, sino que las modifica; logrando con facilidad acertar un camino que otros no ven, pero que resulta ser el adecuado para llegar al objetivo. Rivaliza permanentemente con lo convencional, en busca de originalidad, a nivel artístico, social, laboral y familiar, y desarrolla una alta inteligencia práctica.
Vivir debe ser, sin duda, una oportunidad para desarrollar el ingenio y la creatividad, para moverse por fuera de los esquemas preestablecidos; para explorar, aun cuando esto implique ir en contravía del sentido común o ser imaginativo, sin un manual de instrucciones al alcance. Detectar las necesidades y acertar soluciones que antes no han sido planteadas.
Es esta la verdadera naturaleza del ser humano. Convertir rocas en ruedas y herramientas, metales en aviones, cuevas en viviendas, plantas en adornos, y minerales en pintura. Cada uno tiene la capacidad de construir un mundo de objetos y sonidos en nuevas ideas.
Salirse del molde, escapar de lo desgastado, inventar formas de arte, poesía y  cultura; inventar nuevas teorías, y vivir con una actitud propia, incluso en las actividades más triviales del día a día.
Debemos dejar que fluya esa creatividad, prepararnos para activar nuevos procesos mentales, cambiar nuestro esquema mental y espacial; hacernos globales, crear nuevos hábitos, entender y usar a nuestro favor los estímulos externos. Pero sobretodo aquellos que no son convencionales ni se rigen por normas establecidas.

Todo esto es posible dándonos la oportunidad de sentir y percibir nuestra creatividad, dando rienda suelta a la imaginación, soñando y divagando por lo irracional; tratando de imaginar un rumbo distinto, sin un orden determinado por la sociedad y sus paradigmas. Al mismo tiempo, aplicar una alta dosis de aprendizaje, disciplina y perseverancia en nuestra vida; permanecer atento a la información, ser constante en el proceso creativo, descartar, probar, moldear, comprobar, volver a intentar y siempre, siempre seguir.

Germán Camacho López

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