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Soft porno literario, el nuevo negocio editorial

No es nada nuevo que las grandes editoriales buscan a toda costa vender, entretener y dejar con ganas de más, pero aquello de educar, formar hábito y crear variedad ha sido y sigue siendo cosa de valientes minorías.
Probablemente de esta premisa parte la ultima locura de las librerías y el internet, donde el furor está dado por la “novedosa” literatura erótica, con amantes por doquier y desparpajadas faenas sexuales, en las cuales pocos de nosotros imaginaríamos a nuestra vecina de al lado; cada vez que sale a barrer el bancal con sus “rulos” en el cabello.
Con millones de ejemplares vendidos, esta “revolución literaria” es el entrámanos de ventas que se traen los “dueños” del pensamiento cotidiano; quienes parecen haber saciado su sed de sangre adolescente, con sus sensuales vampiros enamorados y plenos de hormonas, para saltar la cerca e ir al otro extremo: el de las amas de casa aburridas y urgidas de un poco de fantasía erótica, según la bandera que las editoriales ondean hoy día.
Lo que si es innegable es que el mercado editorial se ha inundado de títulos que aprovechan la ola original de la “primera” obra y su trilogía, para encajar en los estantes un centenar de historias de vecinas cachondas ya entradas en años.  Y vaya que muchos se rasgaban las vestiduras con lo explicito del cine adulto, pero al parecer ahora, la literatura facilita el camino de la simpleza donde el sexo vuelve a ser lo que ha sido y era: sexo simple, con esposas o sin ellas, millonarios sacados de historietas, y un poco de sadomasoquismo de ese que, seguramente, tanto gusta a las abuelas. Aunque la distancia entre la imaginación y el cliché sea fácilmente reconocible: millonarios guapos: la fantasía de toda mujer, en concepto de las editoriales; escenarios glamurosos, escenas sofisticadas y finales candentes. No digo que esta literatura te invite a darte un buen revolcón con el primer desconocido o desconocida que se te atraviese, ¡Dios no lo quiera! De lo contrario las universidades estarían repletas de señoritas “mordidas” en el cuello, por sus enamorados. Por supuesto, sigo confiando en la integridad emocional de las personas y tampoco juzgo nada indebido en dejar volar un poquillo la imaginación; máxime en medio  de una depresión económica semejante, donde lo único que queda es soñar con una vida que más que lejana, tiene tintes de absurdo. Pero claro, las editoriales de las grandes iniciales, nuevamente aciertan el camino a seguir: derribar los tabúes del siglo XXI, de la mano de esta novedad de soft porno, para mamás aburridas, que luego de leer unas líneas quedaran “listas” para atender al marido.
Aunque en palabras de varios expertos aquí no se ha inventado la rueda, solo que las editoriales la hacen girar, como siempre, a su antojo y seguramente, prueba de ellos son títulos como: El amante de Lady Chatterley, escrita por allá en 1928, Historia del ojo obra maestra de la literatura erótica, clandestina en sus inicios. Las edades de Lulú, La famosa y encantadora “lolita” de Navokob, la conocida Emmanuelle, o quizá la recordada Nueve semanas y media, todas ellas con varias décadas a cuestas al día de hoy, por citar algunas. Antes consideradas novelas románticas, y ahora publicitadas por los genios editoriales como el bombazo del nuevo milenio. La verdad es que, aquí no existe motivación ni necesidad social, sino más bien, ambición editorial, y no creo que las asiduas lectoras de este “invento” erótico literario, sean hoy sadomasoquistas prestas a “clavar” sus colmillos, en la próxima victima de sus más desenfrenados deseos eróticos.

Por ahora habrá que esperar la próxima locura editorial, quizá sexo salvaje con extraterrestres, o abuelas zombis sedientas de cerebros, solo el tiempo lo dirá. 

Germán Camacho López

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