Toda persona, sin excepción, debe desde temprana edad aprender el arte de manejar el dinero. Bien sea, obtenido por medio de algún empleo, mesada o ingresos eventuales por cualquier tipo de actividad. No es extraño encontrar, hoy día, a jóvenes de dieciséis o diecisiete años obteniendo algún tipo de ingreso por sus actividades en el tiempo libre, incluso, la experiencia nos enseña que se puede ser un gran empresario antes de haber cumplido la mayoría de edad. Nadie puede vivir una vida completamente digna ni satisfactoria, cuando depende absolutamente de otro, ya sea económica, social o emocionalmente. La dependencia genera temor, apego, y destroza la autoestima. Por eso cada persona debe luchar por su independencia en todos los campos de la vida.
De igual forma, la madurez es fundamental en cualquier tipo de relación que entablemos: familiar, social y laboral. Es normal que dicha madurez se vaya modelando a lo largo del tiempo, por medio del aprendizaje y seguramente, de algunos tropezones. La madurez psicoafectiva es fundamental en cualquier tipo de relación que se establezca, y su base es la resolución de nuestros propios conflictos. En cuanto a la relación de pareja, es necesario desarrollar algunos hábitos que permiten su normal fluidez. Entre ellos la confianza, el preservar, mantener y valorar los espacios individuales de cada uno; resolver los conflictos con ánimo conciliador y positivo, ser sinceros. Alcanzar un profundo nivel de conocimiento de si mismo, y dejar de lado prejuicios, creencias y paradigmas.
Construir relaciones lejos de un acantilado o a la orilla del mar, es necesario para vivir con tranquilidad. No debemos involucrarnos en sociedades traumáticas e inversiones emocionales de alto riesgo, tan solo para probar algo que a la postre puede traer consigo un resultado nefasto. Tanto en la vida como en las relaciones, es necesario mantener activo un sistema contra desastres; seguramente no vamos a reducir las posibilidades de una desilusión afectiva, pero si estaremos atentos y preparados para afrontarla de mejor manera. Ciertos riesgos simplemente son inevitables, sobre todo tratándose de relaciones humanas, pero depende de cada uno priorizar su vida y sus proyectos. Es importante aprender a transferir el riesgo. Esto se logra invirtiendo tiempo y energía en aspectos distintos a la pareja, la relación familiar o aquello que esté demandando mayor energía y apego.
Blindarnos contra una desilusión afectiva, no significa que dejemos de disfrutar a quienes queremos y entregamos nuestro tiempo. Por el contrario, se trata de disfrutar la relación con la tranquilidad de saber, que aun cuando pueda verse afectada por una contingencia, podremos seguir adelante sin mayores lamentos. Siempre enfocados en nuestro propio futuro.
Germán Camacho López
Germán Camacho López
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