El capitalismo es el lugar común donde la tercera parte de la población vive en la marginalidad, el desempleo abunda y el acceso a la educación superior es restringido. Donde la salud es un lucrativo negocio y en la vejez se llega a ser un estorbo para muchos. Es causa y consecuencia de la violencia, la corrupción, el egoísmo y la falta de empatía. Es el lugar de la libertad para drogarse con alcohol, donde la prostitución se calla con pudor sonrojado, pero a cuyos burdeles la mayoría asiste. El capitalismo se celebra en estadios de fútbol entre gritos enardecidos o con festines de carne de animales inocentes. Se respira en la contaminación de los autos y las industrias. En las calles donde se mira de reojo a las etnias, a los pobres, a quienes piensan distinto. Es arrodillarse ante un puñado de burgueses aguardando las migajas que caen de sus platos, y cual perros rabiosos atacar y morder al pueblo. Es el aviso empresarial de los alucinógenos y las armas, el negocio del terror como forma de vida. El capitalismo es la tala de árboles, el cambio ambiental, la guerra y el hambre. Es un monstruo que babea odio, a quien hay que lamer los tobillos. Para fortuna de las cucarachas desconocen tales cosas y, al final, quizá sean las únicas que sobrevivan.
Germán Camacho López
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