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Mostrando entradas de septiembre, 2011

Una adicción llamada “Amor”

A propósito de San Valentín, o día del amor y la amistad en nuestros países latinos. He recordado una definición que vi alguna vez para aquello llamado “amor”: Cuando se está “enamorado”, el nivel de dopamina, una hormona y neurotrasmisor cerebral puede aumentar hasta 7000 veces su cantidad, al estar acompañada de la oxitocina, hormona responsable de la pasión sexual y de la feniletilamina, responsable del entusiasmo, esta mezcla termina por bloquear aspectos de la lógica y la razón. Así es, y tal vez lógico resulte que los poetas hayan intentado durante siglos describirlo como aquel fuego que no quema, e incluso a veces hiela las entrañas, no obstante la realidad es que este proceso forma parte de una reacción ligada a estímulos de: alimentación, sexo, procreación, y supervivencia. Y además no se genera en el corazón sino en el cerebro. Aquellas fantasías desbocadas de los recién enamorados, en las cuales se atribuyen atributos extraordinarios al otro, son resultado de los altos n

Cromosoma Y, Una diferencia microscópica?

XX = Mujer XY =Hombre Parecería mínimo, una simple letra, pero esa microscópica diferencia, ha definido la forma en la que nos relacionamos e interactuamos con nuestro entorno y nuestros semejantes. Hombres con cerebros mas grandes y mujeres con mayor cantidad de conexiones cerebrales, por supuesto nada tiene que ver esto con la inteligencia, realmente en términos de capacidad cognitiva la diferencia resulta casi irrelevante; sin embargo, en la sexualidad, y sus diversas expresiones, gran pilar de nuestra especie. Se origina una verdadera polémica. La doctora Louann Brizendine, y otros reconocidos neuropsiquiatras, se han dado a la tarea de adentrarse en la estructura cerebral de la mujer y el hombre descubriendo interesantes aspectos del comportamiento humano. Como que los hombres pensamos en sexo, tres veces mas que las mujeres, o que en fracción de segundos, podemos decidir que una mujer nos interesa sexualmente. No obstante al final de la vida, ambos cerebros funcionan de for