En los pueblos es rara la cordura. Pues por regla general, al igual que algunos tipos de perros, ensalzan a quien los maltrata y muerden la mano de quien los alimenta. Pueblos, al fin de cuentas, verbigracia de la incoherencia; que en cada nueva elección mutan en turbas frenéticas de apoyo a su opresor. Bajo el sino de esta premisa, no tengo duda que un corrupto será elegido, reelegido y vuelto a elegir, cada vez que necesite a sus perros meneándole la cola. Por supuesto, después con un puntapié les recordará su sitial en orden y precepto. Germán Camacho López