El ego busca encontrar seguridad económica,
social, emocional. Es su instinto de autoprotección. Si somos bondadosos, si amamos
sin ningún interés no hay ego. Sin embargo, cuando decidimos ayudar o amar a
alguien y utilizamos esa acción para satisfacernos, para enriquecernos
emocionalmente, surge el ego; ya no se trata de compasión o de amor. Así, surge
el temor, el deseo de poseer, el conflicto. Lo que quiero hacer en pro de un
objetivo económico, moral, intelectual. Nace
el pensamiento de lo que tiene que ver conmigo, con lo que quiero; el “ego”,
predomina, y el pensamiento se vuelve autoprotección.
Ya sea para proteger, descartar, aceptar o negar,
el ego direcciona nuestra vida, nos invita a “preocuparnos” por nosotros
mismos. A protegernos, ganar, ser amados, alcanzar el éxito, ser virtuosos,
felices, hermosos.
Pero el pensamiento como “ego” no da resultados,
seguimos aferrados a él, en nuestras relaciones hay conflicto porque cada uno
tiene su forma de ver, creer, sentir. Tememos que al hacer las cosas de otra
manera se puedan romper. El ego inventa un método, un sistema de pensamiento y
el resultado es el temor.
¿Tienes temor de la muerte? No. La muerte es
desconocida hasta que llega su momento. Solo temes a lo que conoces. Lo que en
realidad genera temor es perder lo que te es conocido. Perder la asociación con
lo que piensas te pertenece, es ego.
Tus temores cotidianos son perder a tu familia, reputación,
trabajo, ahorros. Temes perder personas,
placer, hábitos, costumbres, creencias, hallarte a ti mismo sin saber qué hacer.
Temes al dolor que pueda sobrevenir. Ese dolor es producto de aferrarte a lo
que te brinda satisfacción, así que temes que algo o alguien pueda arrebatártelo.
Te has vuelto un acumulador emocional, y quieres a toda costa evitar el dolor
de perder. Pero si no acumulas no hay dolor, tu sufrimiento está en el acumular.
En el momento que dices “no quiero
perder” es tu ego quien habla. Lo que posees es el origen de tu miedo y dolor.
Un ejemplo de ello es el deseo de seguridad: un país
fortalece sus fuerzas armadas, implícitamente, esto significa guerra, y la percepción
de guerra destruye la sensación de seguridad, generando temor.
Mientras quieras acumular seguridad, amor,
dinero, placer, creencias, dogmas para llegar a ser “alguien”, eso que piensas lo
evitará, es lo mismo que traerá miedo y dolor.
El temor surge cuando quieres adecuarte a
determinadas normas. El miedo tiene múltiples rostros: identificación con la
patria, familia, pareja, sociedad, trabajo, ideologías.
Cuando rechazas completamente todos los absurdos
de nacionalidad, de propaganda política, económica, religiosa; cuando te niegas
a toda conclusión de cualquier tipo, no teóricamente, sino completamente. Cuando
no hay en ti creencias ni conceptos y solo eres un observador, habrás iniciado
el camino para ser libre.
Germán Camacho López
Comentarios
Publicar un comentario