A lo largo de la existencia afrontamos situaciones ineludibles: perdidas, enfermedad, separaciones, crisis de diversa índole. Que agobian al ego (esa creación subjetiva de la mente, cuando el espíritu se une a un cuerpo físico temporal). Tales circunstancias desconcertantes pueden ser una tormenta de emociones: sentimientos de vacío, temor, soledad, apatía, rabia. Pero tal oscuridad, ese torbellino en el que nos sentimos atrapados, es solo el anuncio de una activación espiritual. Un cambio que intrínsecamente hemos impulsado. El llamado a una transformación más allá del horizonte de miedos y paradigmas que nos ha impedido avanzar hacia nuevas metas. Hemos de entenderlo y aceptarlo, aprender de ello, tener la determinación para acertar la luz en dicho cambio; encontrarnos a nosotros mismos en tan profundo vacío. Entonces emergeremos siendo fértiles, libres. Entenderemos que la única razón de la oscuridad y el caos es la creación, la expansión de una nueva conciencia. El crecimiento pers...