Los viajantes eran esencialmente vegetarianos. Se alimentaban de todo aquello que brotaba de la tierra y sabían distinguir bayas, frutos y semillas venenosas. Los animales que llevaban consigo solo los utilizaban para obtener la leche, y el cerdo que llevaban encerrado era más una especie de mascota resguardada para no terminar en los fauces de un depredador. El agua que encontraban era también para sus animales, a quienes adjudicaban, idem, derecho como a las personas. Y aun que su provisión de agua fuera escasa en algún momento. Sabían que podían obtenerla en otros lugares, era como si las profundidades de aquel terreno yermo fuera una gran ensenada. Al partir acostumbraban dejar señales para que otros grupos itinerantes pudieran hallar fácilmente el lugar. También dejaban semillas y granos que pudieran preservarse y resultar de utilidad para otros. Las mujeres transformaban los granos de trigo, cebada, centeno en una harina que servía para hacer batidos, o tortas, y junto con el arr...