La naturaleza del ser humano es competitiva y básicamente compite para sobrevivir, en un enfrentamiento con sus semejantes y con la naturaleza. Reproducción, linaje, alimentación, trabajo; todas estas en pro del individuo. Por eso cuando no logra alcanzar sus objetivos en la medida calculada, siente frustración. La frustración no es más que la decepción consigo mismo, o con las expectativas depositadas en otros; esta genera una significativa carga emocional y por supuesto, cada persona tiene diferentes umbrales de tolerancia a ella. Se puede inferir fácilmente en la frustración una condición negativa y dañina ¿pero lo es? Desde niños estamos probando nuestra capacidad para obtener resultados, desde las necesidades básicas de supervivencia en los primeros días de vida; hasta lograr lo que llamamos autonomía en la vida adulta. No obstante, las metas continúan, por ende también la frustración persiste. La habilidad para interrelacionarse, hacerse profesional, conseguir una ...