Para vivir es
necesario despertar, libertarse de las cadenas que los gobiernos, industria,
banqueros, medios de comunicación y religiones han impuesto al ciudadano. Es
necesario crear nuevas formas de pensamiento y conciencia. Libertarse del
servilismo de carácter cultivado por décadas, y entender que, aquellos solo
buscan riqueza y poder. La conducta humana débil, fácil, sugestionable y
temerosa, se inclinará ante la idea subjetiva del castigo, autoimponiendo la
autoridad sobre si, como adarga de protección. Sea esta: estado, economía o
religión, por supuesto, tal amparo no existe. Adpero, el ciudadano obedece, se
somete a ese tinte autoritario y servil, haciéndolo hábito, llamándolo cultura,
tradición, norma. Los medios de comunicación, entretanto, distraen, los
sistemas educativos enseñan a no discutir, la economía amedrenta y el estamento
fustiga. Así el nivel moral de la
sociedad se hace costumbre, apatía que solo profesa seguir los designios de sus
señores burgueses. A tal punto la mentira se hace virtud, generosa, esbelta y
la razón se oxida por falta de uso, agota su inteligencia, su ardor. Y,
extrañamente, el deseo de los burgueses armoniza con el de los miserables, en
un desorden tal que la sociedad se descompone. La emancipación se anula, temen
ser libres sin barrunto, sin la crítica que arroja sus propios prejuicios; se amorran,
insensiblemente coligados al régimen opresor.
Sin embargo, de
llegar el despertar sugerirá una gran revolución de pensamiento llámese:
socialismo, veganismo, laicismo, ambientalismo, o simple y necesaria anarquía.
Y, por lo tanto, en la mayor suma de libertad, la felicidad naciente del
individuo.
Germán Camacho López.
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